Lee con mucha atención:
Leyenda de los isondúes
o bichitos de luz
La leyenda cuenta que en el inicio de la
creación del mundo, el dios supremo de
los guaraníes llamado Tupá, creó
los primeros hombres, habitantes de esta enorme tierra. Durante el día, con el
sol en lo alto, los hombres disfrutaban de los placeres de la naturaleza
brindados por Tupá y recorrían
los valles, comían frutos y se bañaban en los arroyos.
Sin embargo, cuando el sol se retiraba,
aquel bello mundo se hundía en una profunda y helada oscuridad. Los hombres se
refugiaban juntos, temerosos de los peligros que los acechaban en aquella
oscuridad, sobretodo de Añá, el
espíritu del mal.
Tupá, entonces, al ver que los hombres sufrían
por las noches, decidió regalarles el fuego para
que se calentaran y se sintieran protegidos bajo su luz. Los hombres
recuperaron así la dicha y todas las noches armaban grandes
fogatas alrededor de las cuales se reunían para compartir
historias y comidas.
Una de aquellas noches, Añá,
el espíritu del mal, rondaba por aquellas tierras y escuchó la algarabía de
varios hombres. Curioso se acercó y se sorprendió al encontrar al grupo de
hombres reunidos alegremente alrededor del fuego.
Añá enfureció y su corazón se llenó de
envidia ya que esperaba encontrar a los hombres sufriendo el frío de la noche y
profesándole temor, y sin embargo estaban alegres y tranquilos alrededor del
fuego.
Añá entonces se transformó en violentas
ráfagas de viento y sopló contra los hombres reunidos, con
la intención de apagar el fuego para
siempre. Golpeó con furia las fogatas armadas por los hombres, apagándolas una
a una. Las chispas volaban por todos lados y Añá las
perseguía soplando para no dejar ni un rastro de fuego.
Los hombres, espantados por la presencia de
aquel viento maligno, buscaron refugio mientras observaban sin poder hacer
nada, como su preciado fuego era
extinguido.
Sin embargo, Tupá,
quien había visto todo lo que estaba ocurriendo, decidió engañar a Añá para
que aprendiera la lección. Tupá convirtió
entonces las pequeñas chispas en insectos alados, con la capacidad de generar
luz propia que prendían y apagaban intermitentemente a medida que volaban. Los
llamó isondúes.
Añá, sin notar la transformación en las
chispas realizada por Tupá, continúo
persiguiendo a los isondúes soplando
con furia para apagarlos. Los isundúes se
multiplicaron y lentamente se fueron alejando de los hombres, dispersándose por
toda la tierra. Añá,
sumido en cólera continúo persiguiendo engañado a estos pequeños insectos,
olvidándose de los hombres.
Entonces Tupá se
volvió donde los hombres se encontraban refugiados y les enseñó a reavivar sus
fogatas a partir de las pocas brazas que aún permanecían encendidas. Así el
fuego volvió a nacer y los hombres recuperaron la alegría y la tranquilidad.
Esta es la
historia del nacimiento de las luciérnagas o bichitos
de luz de mano de Tupá. Durante
las noches oscuras, en cualquier campo o valle, es posible que podamos ver a estos
pequeños y peculiares insectos, los isondúes,
que aún continúan volando prendiendo y pagando su luz, para seguir engañando a Añá, quien
aún los persigue y sopla para apagarlas.
Luego de leer trabajamos:
*Escribe los siguientes sucesos en el orden correcto:
-Tupá enseña a los hombres a reavivar el fuego.
-Añá se olvida de los hombres y persigue las chispas.
-Tupá convierte las chispas en luciérnagas.
-Añá intenta apagar el fuego de los hombres.
-Tupá dió el fuego a los hombres.
*Escribe qué quería cada uno:
TUPÁ:
AÑÁ:
*¿Qué nos intenta explicar esta leyenda?
*¿A qué pueblo originario pertenece esta leyenda?
*Realiza un dibujo que represente alguna parte de la leyenda que te haya gustado.